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El intenso calor propio de los días de verano, hace que nos apetezca refrescarnos en la piscina, pero abusar puede dañar nuestros dientes, ya que los productos químicos, como el cloro, pueden ocasionar manchas que suelen aparecer entre los dientes y en las piezas delanteras, de color marrón oscuro o amarillento. El excesivo contacto con el cloro puede llegar a dañar el esmalte dental y a favorecer la aparición de caries. Esto tiene que ver con la reacción química que provoca el agua de la piscina tratada con cloro: al ser su PH más alto que el de la saliva, rompe rápidamente las proteínas salivales, favoreciendo que se mezclen con los restos minerales de la boca y que esa mezcla se deposite a modo de sarro en los dientes, sobre todo en los frontales. En verano debemos extremar las precauciones y no descuidar nuestra higiene dental.